jueves, 5 de febrero de 2009

Lejanía

Como ave herida
en vuelo sin destino,
me acurruco al silencio
del lecho vacío.

Es tu almohada el refugio
de mi rostro en penumbra
musitando tu nombre
más allá del olvido.

En el rezo sin pausas
imploro aquellos cielos
refulgentes de estrellas
y lunas doradas.

Y te presiento
sujeto a mi cuerpo
esclavizado y húmedo,
vibrando,
bajo la indolencia
de esas manos truncas
por los desvaríos.

Y lloro en silencio
al saberte lejos...
¡Tan lejos de mi tierra!

Someto mil gritos
en el hueco tibio
de hirientes aromas
que azotan mi cara
con fragancias dulces
a tu piel canela.

Y, en ese misterio
reina la elocuencia
de tu verbo errante...
Arrullo de tristezas.

Lucy Iaq

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