martes, 3 de febrero de 2009

Cumbres

Oigo el eco de tu voz...
(Tintinear de alegres campanas
enmudecidas sin razón)
Y vuelve el brillo del sol
a calentar las pieles
con la misma intensidad de ayer

Nocturnales hogueras
-camino a las heladas cumbres-

Me someto al placentero
y lejano arrullo del silencio
(Ardientes madrugadas
bebiendo con avidez
el elixir de los cuerpos)

Crepitan nuevamente los sentidos.
Se eriza mi piel cuando te nombro.
Abro las compuertas
de un mar de soledades
Echo en él a navegar mis ansias.

Vaga, sin saber, tu sonrisa cálida,
sobre este brutal abismo
donde blandiendo puñales
aúllan sin cesar seres grotescos.

Y vuelvo a amarte...
En la infinitud del verbo

Lucy Iaq

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