martes, 23 de diciembre de 2008

Hombre y Poeta

¿Qué más puede pedir mi inquietud?

Este corazón sediento
en el infinito desierto,
mi boca sin saliva...
resquebrajada mi lengua,
y apareces tú... agua fresca...

Déjame beber...
Despacio... muy despacio
para que mi mente no presienta
sólo al hombre.

Detrás del impacto de las voces
está su magnificencia.

Y surgen las palabras
en un remolino de arenas.
Se levanta un nombre
envuelto en blancas mieles...
rodea mi cuerpo,
lo toco... y mis dedos
se adhieren...

¡Quiero quitarlos de esa piel,
pero no quieren...!

Es demasiado fuerte
el pegamento...
Elástico...
mis manos van y vienen.

Se resbalan sobre las palabras
unidas a mi rostro.
Perfectas, implantadas
sin suturas.

Son parte de él,
de ese misterio sumergido
en el alma...
que exhala la pluma del poeta.


Lucy Iaq

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